Fotos: Nailé Piñeiro


El pasado viernes 30 de mayo tuvo lugar en La Habana, en la casa de la artista plástica cubana Sandra Ceballos, una exposición de arte porno. Así como se lee. Con un interesante catálogo, que se autoproclama de emergente por haberles sido notablemente difícil encontrar la imprenta que se decidiera a convocar en papel las cinco letras prohibidas, la muestra tuvo desde dibujos hasta fotografía, foto-proyecciones, video-performances e instalaciones.
En el estrechísimo espacio de una casa del Vedado -25 esq. 6-, se juntaron todas estas manifestaciones, contando con una curaduría también emergente por razones obvias, y que parte de un esfuerzo que hacemos notar en tanto gesto independiente, que claro está no duró más que un día, y de este sólo hasta medianoche, para volver como la cenicienta que es toda iniciativa particular en Cuba que logre ver brevemente la luz, a la oscuridad que nos toca.
Oscuridad merecida. Oscuridad que honra. Muchos sabemos que esta exposición no hubiera podido ser en espacio oficial alguno. También sabemos que de ocurrir en algún espacio oficial habría sido todo lo pacata que se espera que sea una muestra de arte organizada o acogida por las instituciones culturales cubanas.
Algunas piezas más interesantes que otras. Algunas piezas meramente alegóricas de los genitales masculinos, desnudos, varios desnudos que tenían más de esa promiscuidad alegre que nos dejó la era hippie que de porno. Todo ello es de esperar si tenemos en cuenta que es este el antecedente para posteriores muestras, un gesto inicial. Se le puede achacar que la selección de trabajos debió atenerse más a las ideas que en torno a una definición de arte porno aparecen en el catálogo o que no hubo una óptima utilización del escasísimo espacio de una vivienda habilitada con urgencia como galería. Pero consideramos de mayor relevancia destacar el hecho en sí, el acontecimiento de una exposición de arte porno en la Cuba post-revolucionaria y la utilización de un espacio particular para llevarlo a efecto.
Celebramos la iniciativa de emprender lo que la institución no se atreve o censura. Celebramos la iniciativa de emprender cualquier iniciativa particular. Y desearíamos que otros intenten a su vez exposiciones, lecturas y exhibiciones de arte y literatura en espacios no institucionales. Aunque sea con los cuatro gatos más a mano. Todos no podrán conseguir ese permiso para hacer exposiciones en su casa que da la categoría estatal de "artista independiente". Pero muchos solemos reunimos en fiestas o en reunioncillas informales que pudieran ser canjeadas sino por verdaderas exposiciones, si por intercambios o por exposiciones constituidas en núcleos de cinco personas, exposiciones itinerantes que se trasladaran de una casa hacia otra, de una lugar público a otro, burlando la censura legal de una reunión numerosa o la censura ilegal que pone en práctica la política cultural cubana a la creación de un espacio alternativo a la institución. Estas u otras ideas pueden servir. Crear estrategias de resistencia a la monopolización del arte por el Estado cubano, so pena de continuar en la mediocridad general de intramuros.
Decir, antes de poner punto final a este comentario, que esperábamos de Sandra Ceballos esta y otras propuestas. Es ella la directora del Aglutinador-Laboratorio, un proyecto que ha realizado otros gestos independientes de notable factura y concepciones artísticas, como el también reciente P.E.R.R.O. (Propuesta Experimental de Respuesta Rápida Organizada), patrocinada por la Fundación Hivos, de Holanda. P.E.R.R.O., proyecto del 2007 al 2008, se propuso la selección de ocho artistas no capitalinos, de edades oscilantes entre "adultos" y "muy jóvenes" y la selección de obras "fabricadas bajo condiciones precarias, en lugares incómodos; no fueron hechas en estudios-galerías, ni en talleres de artistas, ni en casas holgadas y frescas." Esta declaración, que no tiene característica alguna de manifiesto, devela la intención de rescatar artistas y propuestas marginados o desconocidas por el entendido arte cubano -circunscrito a la Ciudad de La Habana y a lo que toma el mercado internacional por tal cosa. P.E.R.R.O. constituyó un acierto sin dudas, y nos dejo ver obras de excelente factura como la instalación Eco de Kirenia Fernández o las realizaciones en cinta de audio y café sobre lona, de Israel Rondón, la muestra en fotografía y video-performances Inventario de los baches del poblado de Bejucal de Alberto Famadas, el proyecto de curaduría Ghost Posters (afiches de películas que nunca fueron exhibidas en los cines cubanos "y que se encuentran corriendo la misma suerte que los muertos y los exiliados: el olvido") o el notable proyecto de instalación compuesta por 34 imágenes fotográficas de Jesús Ravelo, que pone en entredicho el "nuevo arte cubano": Los adornos tienen dos funciones: embellecer o disfrazar.
Salud para Sandra Ceballos y su Aglutinador-Laboratorio, y salud -de nosotros depende- para el arte cubano que vive (¿o es que muere?) dentro de la isla.