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Rolando Sánchez Mejías cumple 50 años y en La Habana se le hace un homenaje. Es un homenaje discreto, entre unos cuantos amigos y admiradores del escritor cubano que vive en el exilio desde hace ya 12 años. Somos pocos, entre los que van a dedicar unas palabras de homenaje a la obra de Rolando y entre los que acudimos movidos por el interés de escuchar y debatir luego sobre esta, apenas si alcanzamos al número de 20 personas. Pero hay un dicho que dice --o debería haberlo--, que si pobre y sincera, mejor la lisonja, que abundante mas vacua... Leyeron textos sobre el autor Ricardo Alberto Pérez, Adriana Normand, Raúl Flores, Enrique Saínz y Francisco Díaz Solar; una combinación de distintas generaciones de admiradores que quizá atestigüe más la validez de la obra que la asistencia de muchos movidos por el impulso de alguna pasión contextual.

Nacido en Holguín, en 1959, Sánchez Mejías fundó en Cuba, allá por los años noventa, la revista de escritura y pensamiento Diáspora(s), que sigue siendo hoy un hito dentro de la literatura cubana contemporánea. Diáspora(s) llegó para provocar un vuelco dentro del panorama nacional, pero sobre todo, para señalar las posibilidades de hacer la diferencia(s). Detrás de la revista impresa que circulaba semi clandestina y de mano en mano entre los escritores habaneros, había un grupo que hablaba de literatura, pero cuya jerga era diferente a todo lo que se había escuchado hasta entonces. Inicialmente compuesto además por Ismael González Castañer, Rogelio Saunders y Ricardo Alberto Pérez, el grupo se fue reduciendo hasta que la revista quedó en manos de un trío potente, sino imponente, de intelectuales cuya producción fue sumamente creativa dentro del contexto más bien chato del campo literario cubano: Rolando Sánchez Mejías, Carlos Alberto Aguilera y Pedro Marqués de Armas.

Sánchez Mejías publicó en Cuba los poemarios Collage en azul adorable (Letras Cubanas, 1991) y Derivas (Letras Cubanas, 1994), así como los cuadernos de relatos Cinco piezas narrativas (Extramuros, 1992), La noche profunda del mundo (Letras cubanas, 1993) y Escrituras (Letras Cubanas, 1994). En los años 1993 y 1994 recibió en Cuba el Premio Nacional de la Crítica. En 1995 publicó además una antología de "26 nuevos poetas cubanos", Mapa Imaginario, un proyecto notable por sus parámetros de lectura y selección, realizado en coordinación entre el Instituto Cubano del Libro y la Embajada de Francia en Cuba.

Luego de su exilio en 1997 Rolando Sánchez Mejías ha publicado los libros Cálculo de Lindes (Aldus, México), Historias de Olmo (Siruela, Madrid, 2001) y Cuadernos de Feldafing (Siruela, Madrid, 2004).

Hoy la revista Diáspora(s) y su grupo, la obra de estos y otros autores que hubieron de emigrar hacia confines menos irrespirables, es escasamente conocida por la generalidad de los lectores cubanos dentro del país. Algunos proyectos que hacen las veces de puentes, entre las varias orillas donde ha ido a parar el cubano, han cimentado el "nadar contra corriente" y reunir producciones a un lado y otro de la frontera (la ya desaparecida Revista Diáspora(s), Revista Encuentro de la Cultura Cubana, Revista Cacharro(s), Revista 33 y 1/3, Revista Desliz). Creo que hay que seguir intentado un trabajo serio en este sentido.

Como sea, Rolando Sánchez Mejías hoy nos visitó en La Habana, y nosotros viajamos unos instantes hacia Barcelona, o hacia Feldafing. Un cumpleaños suigéneris, sin dudas. Pero que nadie se engañe, no fuimos tomados por la melancolía. Rolando Sánchez Mejías no será tomado por la melancolía. A ti que lees, no te dejaré abrazar esa sensación viscosa que llaman melancolía. Acaso no conozcas la experiencia terrible de Feldafing:

Si le preguntas a cada uno de los 4.169 habitantes de Feldafing si el rey Ludwig estaba realmente mal de la cabeza, te responden: "Mal de la cabeza, no. Una profunda melancolía con todas sus derivaciones, sí".

[Rolando Sánchez Mejías. Cuaderno de Feldafing. Ed. Siruela, Madrid, 2004.]

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Rolando Sánchez Mejías: la intensidad de la pregunta


Por otro lado, no hay esfuerzo en el pensamiento que ocurra en el infinito; sería, si ocurriese, un "gran infinito". La caída es inevitable. Sólo se salva el dominio del gesto, el tamaño de la pregunta. O mejor: la intensidad de la pregunta.

[Rolando Sánchez Mejías. En Prefacio a Mapa Imaginario. Embajada de Francia en Cuba en coordinación con el Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1995.]

Hay varios modos de abordar la escritura de un libro, de intentar hacer literatura. Rolando no sabe o no quiere hacerlo a la manera tradicional. Toda su escritura parece surgir de un esfuerzo, del enfrentamiento con la página, de la conciencia del "intentar", pero también de una suerte de sonriente --que no hilarante-- frase que a veces por el tono parece pregunta: No es posible pedir peras al olmo. En sus libros Historias de Olmo y Cuadernos de Feldafing parece seguirse el método de una práctica sostenida que se genera en torno a esta cuestionante. Así escribe al final de su Cuadernos..., como colofón de cierre:

Una última frase: ¿Cómo hacer crecer hierba de un pedazo de hielo? Asimismo no se puede generar literatura de lo que no es literatura. A no ser que se produzca un esfuerzo en determinada dirección.

Hay una artesanía de la letra pero no en tanto divertimento o exacerbación del sentido, sino en tanto pregunta latente, en tanto tensión moderna que busca sustituir en palabras de Sánchez Mejías "el movimiento del alma o de la responsabilidad pública" con el "movimiento del pensar" [Prefacio a Mapa Imaginario]. Esto, en el contexto cubano, no es poca cosa. Aunque personalmente apuesto por otros derroteros para la literatura y el arte que buscan --o como diría Lacan en un seminario parafraseando a Picasso, encuentran-- menos concentración en la cabeza, repetimos, está poética representó y aún representa un vuelco dentro del panorama nacional. Este vuelco se extiende si tenemos en cuenta que su esfera de acción avanza hacia sitios paratextuales con semejante energía a la que es sostenida en la intensidad del trabajo sobre la página. Y es allí donde se me antoja imprescindible Sánchez Mejías en su literatura pasada y actual, y el cuerpo teórico y práctico generado por el grupo Diáspora(s) durante la segunda mitad de los años noventa. Los relatos, poemas y ensayos del autor van desatando las cuerdas de un kitsch literario cubano, pero también, de ciertos protocolos de lectura del texto social:

En la casa hay un Diccionario de Uso del Español: melancolía (del latín melancholia, gr. melankholia, de melas, negro, y kholé, bilis). Propensión, habitual o circunstancial, a la tristeza. Ejemplos del diccionario:

a) En cuanto estoy solo me invade la melancolía.
b) Me marcho con melancolía de mi tierra.
c) La melancolía del atardecer.

(Situación. Un hombre se vuelve tan melancólico que hay que transportarlo como se transportaría, con el mayor cuidado, una sustancia muy blanda.)

[Rolando Sánchez Mejías. Cuaderno de Feldafing. Ed. Siruela, Madrid, 2004.]

Hay mucho más que decir, pero esto es un post, no un ensayo. Quizá el ensayo acontezca luego; la obra de Rolando Sánchez Mejías merece tanto las lecturas consagradas como miradas más jóvenes. A lo anterior acoto que pienso traer al blog los textos leídos hoy en la Torre de Letras (Azotea del Palacio del Segundo Cabo, Habana Vieja) en homenaje al autor.

Dejo para los lectores por ahora un mini dossier en imágenes extraídas del plegable promocional de la lectura.

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Lo que sigue es un fragmento tomado de una entrevista de Idalia Morejón autor



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