III
Pasaje del cerdo



Asomada.
Mi cabeza atisba por la ventana. Veo ciudadanos que deambulan la ciudad.
(Un anciano flaco, alto, planchados y desteñidos pantalones militares, camina leyendo un periódico. Bajo sombras rupestres de árboles plantados al borde de la acera.
En su brazo una bolsa característica para comprar víveres; andar lento y tambaleante.) Los ciudadanos. Van por las calles en bicicletas. Van por las calles en algunos pocos autos. Van por las calles a pie. Mi cabeza, asomada.
La bicicleta sale. De enfrente. De enfrente a mi ventana-cabeza. Hace un giro. Dobla, se incorpora. Un hombre anónimo (delgado, bigotes), lleva un cerdo que no chilla.
Cuelga una masa alargada y estrecha de carne roja. Blanda.
Es una larga lengua, del cerdo muerto.
La bicicleta se detiene para dejar pasar a una mujer que trae a su hijo de la mano. Luego continúa; atisbo hasta que puedo el colgajo largo que se aleja por la calle. (Es cierto, no hay bulla ahora; he visto pasar el silencio.)
Entro.
Me siento a escribirlo.
Ya al final escucho algo que recuerda al chirrido de un cerdo. El sonido se acerca, pasa: bicicleta cuyo engranaje chillía, falto de grasa.
También, chirridos incesantes y atormentadores de parque infantil.
(Columpios de hierro.
Por un rato el chillido de algún cerdo alterna con columpios que se mecen.)



I
Cuello



chillidos de cerdos.
ahora, al escribir la frase “chillidos…” no los escucho;
alguien diría:
“para escribir sobre los chillidos del cerdo debes hacerlo mientras se oyen, mientras taladran tus oídos”.
hay muchas formas de oír.
hay pocas formas de oír esas frases “que taladran mis oídos”. no suenan para mis oídos.
los chillidos son…
aún cuando no se escuchan, aún cuando se oyen en la sensación
de un atolondramiento de palabras en la cabeza -la imagen de una maciza cabeza de cerdo por cuyas orejas brotaba (aunque ya seco) el hilo de sangre hasta el cuello extirpado, del extirpado cuerpo. sobre el manubrio de una bicicleta conducida por otro hombre anónimo sobre bicicleta anónima otra cabeza anónima de cerdo-.
los chillidos no martillan hacia dentro.
sino que están van.
en algún punto de la cabeza.
van están en ese punto.



II
Mujer sobre cartulina



torso de mujer con tirantes
en los hombros
delgados y tirantes
el cuello fino
–quiero decir estrecho, filoso en la cartulina-
luego un medio rostro ladeado
en la cúspide del cuello
un rostro filo
–quiero decir estrecho,
finado-
medio rostro con boca pequeña roja
reluciente.

no es verdaderamente un torso
sino medio torso.
bajo el cuello completo, el principio de tirantes
el principio de hombros huesudos
-medio torso-;
bajo el cuello intacto, finado, el pintor obvió los huesos
que sobresalen
en la raíz del cuello femenino.

medio rostro con boca
cuello
medio torso
es una invitación del pintor
a la obra expuesta
en alguna sala
-cartulina flexible que uso de marcador
para mi libro
que dejo
cuando el chillido de cerdo acontece-;
pienso que es evidente
que hay algún
matadero
frente a mi ventana.