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Jorge Alberto Aguiar escribe un post sobre el presumible futuro de Cuba bajo Raúl Castro. He aquí mi respuesta (abajo el post citado).Jorge, no estoy de acuerdo para nada con tu análisis. No se trata tanto de lo que dices sino de cómo lo dices. Claro que, una vez que avanza el texto, el engarce entre lenguaje e ideas se hace mayor, visible.
Me sumo por unos instantes a la tarea de "reflexionar, especular, tirar las cartas, acerca del caso cubano". Intentaré hacerlo sin "subjetividad" y sin "ignorancia", aunque no veo del todo posible esto en el marco de un terreno meramente especulativo, procuraré conservar el juicio y la "objetividad" en el tarot cubano; agrego a la receta unas gotas de sana ironía. (La ironía conjura otro vicios aún mayores, como por ejemplo, el exceso de seriedad; no hablo de un artículo serio, sino de una seriedad excesiva, ampulosa, que suele llevar de la mano el comprensible efecto hilarante de los lectores, o la no menos hilarante --si bien es cierto que tras un segundo de rabiosa perturbación-- confusión de los sentidos.)
Los "logros" del "socialismo raulista", que enumeras con valentía, no son ciertamente tales. No sé si será la distancia la que te nubla la perspectiva. Transporte, puede que sí, con la importación de ómnibus chinos mejoró la circulación urbana, pero ¿comida? Por más qué le doy vueltas buscando la posible causa real que te lleve a predecir esto no la encuentro. Tampoco encuentro la causa relacionada con la mejora que mencionas en salud pública o educación, a no ser por las meriendas escolares, esta va de mal en peor con los "maestros emergentes", niños disfrazados de instructores, que necesitan más educación de la que pueden ofrecer y las teleclases, que ni remotamente puede pensarse sustituyen con eficiencia la instrucción personalizada y la intercomunicación necesaria maestro-alumno. Hace mucho tiempo que se extraña por aquí eso que llamamos educación, sea pública o privada. Tampoco ayuda el intento de graduar tantas amas de casa como sea posible y llevar a la universidad a través del servicio militar obligatorio o a través de la reclutación militar de hombres y mujeres con la promesa de estudios universitarios. La decadencia de los estudios superiores es tal que muchos son los que se cuestionan la relevancia de estos más allá de nuestras fronteras.
Pero pasemos al segundo punto de tu post. Hablas de "espacios de libertad controlada" y te refieres a ello con la extraordinariamente amable frase --tan amable como contradictoria-- de "disidencia revolucionaria, como fuerza dialéctica". Fuerza dialéctica, libertad controlada... ¿Quieres decir "Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución, nada"...? Me asusta pensar, por un lado, cuantos cabemos en ese "fuera" y cuáles son las implicaciones de ese "nada". Me asusta, como ha asustado a tantos antes, y como ha de asustar a tantos luego y mientras nosotros dialogamos a través de una Internet imposible donde las páginas que el gobierno desea mantener lejos de nuestras vista sencillamente "no bajan" y la gran mayoría no sabe lo que es ni ha visto nunca un buzón electrónico, no digamos una página web. Los pocos que contamos con Internet en La Habana (en provincia la Red de redes sencillamente no ha existido nunca) tememos que nuestro acceso a la red se convierta pronto en más de esa libertad controlada, convirtiéndose en algo parecido a lo que tienen los chinos (efectivamente, es de temer que de China se importe algo más que ómnibus urbanos), cuyos ciberdisidentes han de bloggear en clave, hablando literalmente, porque Internet abunda, pero abunda también la censura y la represión.
Algo más que me llama la atención en tu post: se repite la fórmula, al referirse a los buenos vaticinios, del "quizá demore unos años más..." Tu incertidumbre al respecto "quizá" sólo tenga apariencia de certeza. Otro asombro:
No habrá revuelta popular porque mucha gente, la mayoría, apoya a la Revolución.
Los ciudadanos, estén convencidos o no, opten por el sistema actual o lo rechacen, estén adoctrinados, o existan miedos (que son muchos y de diversos tipos), estén o no anestesiados por la desinformación o la "educación política", o incluso, por todo lo anterior, en una mezcla confusa (o no), pero rentable en términos políticos, y por ello mismo, capaz de crear de una manera u otra, ese potencial y subjetividad revolucionarias (que tanto se subestima cuando se habla o debate de los posibles cambios en Cuba), sea como sea, los ciudadanos, el pueblo (y no podemos obviar el fenómeno de la masa, que actuará a la orden precisa), por todo lo anterior, sea de una manera u otra, existe un conjunto de causas y factores que no hará posible revuelta popular alguna.
El segundo párrafo no apoya la afirmación primera, pero aparece en tu post como una suerte de argumento explicativo de esta. Del segundo párrafo puede deducirse que los ciudadanos "están adoctrinados", unos "optan" y otros "rechazan el sistema actual", "o incluso, por todo lo anterior, en una mezcla confusa (o no) [vaya, que eres tú el que se pone confuso], pero rentable en términos políticos". Además dices que "no podemos obviar el fenómeno de la masa, que actuará a la orden precisa". No estamos hablando entonces de un apoyo, "la mayoría", que no se ve en este segundo párrafo más que sumando los distintos conjuntos, no "apoya a la Revolución" sino que es susceptible de ser coaccionada por esta, lo que difiere bastante del apoyo, y no deja tan a las claras la hipótesis de que no habrá un cambio de dirección popular, diríamos por ejemplo una revuelta, de darse ciertas condiciones. Más allá de este razonamiento, ¿habrá revuelta o no? Quién puede decirlo, aunque la balanza tire más para el lado contrario; nuestro régimen se ha especializado en llegar a constituir una coacción cuyo peso sobre la población es siempre mayor que su descontento.
Es bueno eso de tratar de tomarle el pulso a la realidad cubana, pero hay que tener en cuenta que este es un pulso alterado, cuyo latido va en crechendo, acorde a la vida socioeconómica de estos últimos 50 años. Es el puso de alguien que probablemente ha pasado dos horas de pie en un hospital de urgencias, esperando por la atención médica --cuyo grueso ha emigrado en planes gubernamentales hacia otros países, como material humano de exportación, muchas veces hacia lugares de riesgo, siendo una de nuestras ramas económicas más productivas--, ya que todos los doctores y enfermeros disponibles están atendiendo el caso de un paciente que ha recibido una puñalada y se encuentra en estado grave; es el pulso de quien ha venido de una bodega o de una tienda, donde "han sacado detergente" o "papel sanitario, que está perdido". O el pulso de quien se ha bajado de un ómnibus, lleno de sudor suyo y ajeno, y para rematar ha estado media hora caminando bajo el sol en busca de un banco sin cola --no está en el centro y no hay cadecas o casas de cambio en la zona-- donde cambiar a "moneda convertible" la mitad de su sueldo en pesos cubanos para comprar un jabón, una botella de aceite de cocina y una frazada de limpiar pisos. Pero el más agitado de todos, él o la que pueda dar su brazo para tomar el pulso de la "realidad cubana" socialista, sería él o la que acaba de salir de una estación de policía, luego de tres horas de interrogatorio con un oficial de la Seguridad del Estado Cubano, todo por tener un blog independiente --esto es no impulsado por el gobierno en el centro de trabajo para hablar a favor de la Revolución-- o por haber hecho o dicho algo que disienta de la política oficial en un espacio gubernamental o no gubernamental, es decir, no auspiciado por el gobierno. Un espacio no gubernamental en Cuba a veces no lo es siquiera la casa particular de uno, cuyas regulaciones legales y de vivienda te impiden, por una parte, libertad de reunión a no ser que tu intención sea hacer una fiesta donde no se hable una palabra de política (pan y circo, esta fórmula parece que no envejecerá nunca), y por otra, vender o disponer de tu casa en tanto propiedad. El pulso de la realidad socialista es bien difícil de tomar, sin dudas, no obstante, te concedo una cosa:
“Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo” es sin dudas una frase a temer, digo, a tener en cuenta.
A continuación el post de Jorge
¿Revolución dentro de la Revolución? ¿Será posible un socialismo democrático?
Sin dejar antes de recordarme a mí mismo, lo que dijo Walter Benjamin: Sólo por nuestro amor a los desesperados, conservamos todavía la esperanza.
Yo sé que para muchos resultaré odioso por comentarios como el de hoy, y como el del otro día. Precio por ser honesto. Asumo.
De hecho, por algunas de mis opiniones, o por no sumarme a ciertas campañas, paradas, cibermanifestaciones, muchos amigos, colegas, y otros bloggers de la blogocosa cubana, han retirado enlaces a mi block.
Y algunos me han escrito incendiarios mails, han comentado con sutano y con mengano, e incluso, hace unos días, uno o dos anónimos, me acusaban de ser agente encubierto.
Agente Jaad. ¿Y porqué no, agente Juan Carlos, o Marcos, o cualquier otro?
A lo que voy.
Resumiendo el socialismo raulista:
-comida, transporte, recuperación de la salud pública y la educación, pequeña propiedad privada, otros logros sociales, etcétera.
-espacios de libertad controlada (será posible una disidencia revolucionaria, como "fuerza dialéctica").
Para lo primero puede tardarse años, ¿acaso en un lustro se notará de manera ostensible una recuperación? (aunque cuesta que un país sin economía, remonte la debacle, lo cierto es que Cuba está tan mal, que una pequeñísima mejoría parece una gran prosperidad).
Para lo segundo, algo así como: "dentro de la Revolución vale cualquier planteamiento crítico, y quizá hasta muy crítico [aunque esto último demore unos años más], fuera de la Revolución (es decir, reformas democráticas a lo occidental, reformas económicas capitalistas a la China), nada".
Ya está claro. Se acabaron las especulaciones (para los que todavía gustaban de ellas). Con un importante discurso, por demás, frío y pragmático, Raúl Castro, lo dejo bien claro: "perfeccionar el socialismo".
Dijo: “Fuí elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo”.
Creo que el discurso, aunque parezca más de lo mismo, marca un antes y un después.
¿Volvemos a los años de aquella frase popular que se burlaba cada vez que había amago de perfeccionar, cambiar lo mal hecho, rectificar errores, aquella frase de ahora sí vamos a construir el socialismo?
Sí, claro, volvemos; se ha dicho una vez más: perfeccionar el socialismo.
Pero ahora, no es lo mismo aunque sea igual. Podrá usarse la misma retórica (que no el mismo lenguaje), pero los hechos apuntarán hacia otras direcciones.
Cuba, no lo duden, marcha ya hacia un socialismo de nuevo tipo, raulista, flexible, democrático, como gusten llamarle.
Ahora las nuevas especulaciones versan sobre si Cuba tomará el camino de las reformas a la china.
¿Cuba es China? No. Como tampoco Cuba fue la Unión Soviética, aunque terminó imitándola, es cierto. Pero eran otros tiempos, otra guerra fría...
¿Cuba será China, o al menos una China pequeñita? Tampoco.
Sigo pensando lo que escribí el otro día, a propósito de algunos debates, sobra la frivolidad e ignorancia, a la hora de reflexionar, especular, tirar las cartas, acerca del caso cubano. En síntesis, se subestima el potencial y la subjetividad revolucionaria del pueblo, y la capacidad de movilización y disuasión de los dirigentes y del gobierno.
No habrá revuelta popular porque mucha gente, la mayoría, apoya a la Revolución.
Los ciudadanos, estén convencidos o no, opten por el sistema actual o lo rechazen, estén adoctrinados, o existan miedos (que son muchos y de diversos tipos), estén o no anestesiados por la definformación o la "educación política", o incluso, por todo lo anterior, en una mezcla confusa (o no), pero rentable en términos políticos, y por ello mismo, capaz de crear de una manera u otra, ese potencial y subjetividad revolucionarias (que tanto se subestima cuado se habla o debate de los posibles cambios en Cuba), sea como sea, los ciudadanos, el pueblo (y no podemos obviar el fenómeno de la masa, que actuará a la orden precisa), por todo lo anterior, sea de una manera u otra, existe un conjunto de causas y factores que no hará posible revuelta popular alguna.
Tampoco existirá un golpe de Estado, ni siquiera militares insubordinados, ni vacío de poder.
Y no habrá conversaciones ni acercamientos a los Estados Unidos, si éste no respeta la soberanía, y el sistema sociopolítico del gobierno cubano.
La pregunta que me inquieta es, ¿qué pasará una vez muertos Fidel y Raúl?
Tal vez, si en este nuevo camino, que parece abrirse después del último discurso del presidente cubano, se logra crear consistencias (volverlo consistente), y prosperan verdaderos resultados, entonces, El Sustituto, quien sea en el momento de las muertes de Fidel y Raúl, podrá continuar, sin problemas políticos ni sociales porque se supone que de aquí a cinco años, el socialismo cubano haya mejorado, sea más productivo y eficiente, e incluso, haya logrado crear espacios de disidencias revolucionarias (espacios de libertad controlada), que permitan una amplia participación ciudadana, siempre y cuando, repito, sea para mejorar lo mal hecho.
La cuestión preocupante para mí es, ¿y si no hay consistencias, y si mueren los líderes históricos, con arraigo popular, antes de que se "perfeccione el socialismo"?
Cada día hay menos tiempo. Y creo que eso lo sabe Raúl Castro. ¿Se han perdido estos últimos tres años?
Me atrevería a decir que no. Tal vez han surgido imprevistos, obstáculos, circunstancias o personas que han ralentizado el "proceso de democratización" de un socialismo más eficiente y productivo, pero lo que es perder el tiempo, seguro que no.
Cada año viajo (y por meses, no de turista ni de visita) a Cuba, porque sigo viviendo allá aunque resida en España. Y en cada viaje, de alguna manera, intento coger un pulso a la realidad cubana, hasta donde esto es posible. Decir que nada ha sucedido porque no se perciban grandes cambios, es intentar ver desde un perspectiva inmovilista, lo que sí está dando muestras de pequeños cambios, de sutiles movimientos, de minúsculas jugadas tácticas. Y lo más importante, para mí, la actitud de espera, esperanza, deseos, y expectativas, del pueblo.
Un pueblo (hablo de una mayoría) que está dispuesto a echar palante, seguir con el proyecto de la Revolución, pero que quiere verlo concretado. Y mientras, espera.
No se ha perdido el tiempo en estos tres últimos años. Raúl Castro, ya se sabe, es un hombre pragmático, que trabaja en equipo, y con otro lenguaje, a todos los niveles. El discurso último lo demuestra.
Raúl Castro, han dicho de él, no es un estadista sino un administrador. Para mí, es lo mejor que pueda tener, sucederle...
Es hora de tener un buen administrador, unos devenires menores que pasen por el aquí y ahora, y no por el más allá de la Historia.
¿Socialismo transversal? Tal vez.
El otro día escribí también otra opinión al respecto.
¿Qué pasará con los presos de conciencia? Serán liberados, amnistiados, desterrados, en su momento.
De todas maneras, me mantengo prudente. No hay mejor manera para apresar la realidad, que observarla, experimentarla, antes que tupirla con interpretaciones y especulaciones.
Pero algo ha comenzado a moverse en Cuba. Y cualquier cosa en estos momentos, (menos intervención norteamericana o anexión al socialismo chavista, o salida a lo chino o vacío de poder o continuar con el fidelismo económico) es mejor que nada.
Es decir, en estos momentos, mejor que nada, es el amago de este nuevo socialismo raulista, pragmático, frío, administrativo (que no burocrático), de continuismo, que a la larga se traducirá, en leve transición moderada.
Creo que es lo mejor que puede pasarle al pueblo cubano en estos momentos, al borde del caos, como está.
Y claro, tener el coraje de enmendar errores, y que las autocríticas tengan un peso real.
¿Revolución dentro de la Revolución? ¿Será posible un socialismo democrático?